7 horribles técnicas médicas de la antigüedad

 


1. Desangrar

Durante miles de años, los médicos se aferraron a la creencia de que la enfermedad era simplemente el resultado de un poco de "mala sangre". El derramamiento de sangre probablemente comenzó con los antiguos sumerios y egipcios, pero no se convirtió en una práctica común hasta la época de la Grecia y Roma clásicas. Médicos influyentes como Hipócrates y Galeno sostenían que el cuerpo humano estaba lleno de cuatro sustancias básicas, o "humores": bilis amarilla, bilis negra, flema y sangre, y estos debían mantenerse en equilibrio para mantener una salud adecuada. Teniendo esto en cuenta, a los pacientes con fiebre u otra dolencia a menudo se les diagnosticaba un exceso de sangre. Para restaurar la armonía corporal, su médico simplemente abriría una vena y drenaría algunos de sus fluidos vitales en un receptáculo. En algunos casos, incluso se utilizaron sanguijuelas para chupar la sangre directamente de la piel.

Si bien podría resultar fácilmente en la muerte accidental por pérdida de sangre, la flebotomía se mantuvo como una práctica médica común hasta bien entrado el siglo XIX. Los médicos medievales prescribieron el drenaje de sangre como tratamiento para todo, desde el dolor de garganta hasta la peste, y algunos barberos lo enumeraron como un servicio junto con cortes de pelo y afeitados. La práctica finalmente dejó de estar de moda después de que una nueva investigación mostró que podría estar haciendo más daño que bien, pero la sanguijuela y la sangría controlada todavía se usan hoy en día como tratamientos para ciertas enfermedades raras.

2. Trepanación

La forma de cirugía más antigua de la humanidad es también una de las más espantosas. Ya hace 7.000 años, las civilizaciones de todo el mundo se dedicaron a la trepanación, la práctica de perforar agujeros en el cráneo como medio para curar enfermedades. Los investigadores solo pueden especular sobre cómo o por qué se desarrolló por primera vez esta espeluznante forma de cirugía cerebral. Una teoría común sostiene que puede haber sido alguna forma de ritual tribal o incluso un método para liberar a los espíritus malignos que se cree que poseen a los enfermos y enfermos mentales. Otros más argumentan que era una cirugía más convencional utilizada para tratar la epilepsia, los dolores de cabeza, los abscesos y los coágulos de sangre. Los cráneos trepanados encontrados en Perú insinúan que también era un tratamiento de emergencia común para limpiar fragmentos óseos dejados por fracturas de cráneo, y la evidencia muestra que muchos de los pacientes sobrevivieron a la cirugía.

3. Mercurio

El mercurio es conocido por sus propiedades tóxicas, pero alguna vez se usó como elixir común y como medicina tópica. Los antiguos persas y griegos lo consideraban un ungüento útil, y los alquimistas chinos del siglo II apreciaban el mercurio líquido o "mercurio" y el sulfuro de mercurio rojo por su supuesta capacidad para aumentar la vida útil y la vitalidad. Algunos curanderos incluso prometieron que al consumir brebajes nocivos que contienen mercurio, azufre y arsénico venenosos, sus pacientes obtendrían la vida eterna y la capacidad de caminar sobre el agua. Una de las víctimas más famosas de esta dieta fue el emperador chino Qin Shi Huang, quien supuestamente murió después de ingerir pastillas de mercurio diseñadas para hacerlo inmortal.

Desde el Renacimiento hasta principios del siglo XX, el mercurio también se utilizó como medicina popular para enfermedades de transmisión sexual como la sífilis. Si bien algunos relatos afirmaron que el tratamiento con metales pesados ​​fue exitoso en la lucha contra la infección, los pacientes a menudo murieron de daño hepático y renal causado por el envenenamiento por mercurio.

4. Ungüentos de estiércol animal

Los antiguos egipcios tenían un sistema médico notablemente bien organizado, con médicos que se especializaban en curar dolencias específicas. Sin embargo, las curas que prescribían no siempre estaban a la altura. La sangre de lagarto, los ratones muertos, el barro y el pan mohoso se usaban como ungüentos y aderezos tópicos, y a las mujeres a veces se les administraba saliva de caballo como cura para la alteración de la libido.

Lo más repugnante de todo es que los médicos egipcios utilizaron excrementos humanos y animales como remedio para las enfermedades y lesiones. Según el Papiro de Ebers de 1500 a.C., el asno, el perro, la gacela y el estiércol de mosca eran famosos por sus propiedades curativas y su capacidad para protegerse de los malos espíritus. Si bien estos repugnantes remedios pueden haber provocado ocasionalmente tétanos y otras infecciones, probablemente no fueron del todo ineficaces; la investigación muestra que la microflora que se encuentra en algunos tipos de estiércol animal contiene sustancias antibióticas.

5. Curas caníbales

¿Sufre de dolores de cabeza persistentes, calambres musculares o úlceras de estómago? Érase una vez, su médico local pudo haberle recetado un elixir que contenía carne, sangre o huesos humanos. La llamada "medicina del cadáver" fue una práctica inquietantemente común durante cientos de años. Los romanos creían que la sangre de los gladiadores caídos podía curar la epilepsia, y los boticarios del siglo XII eran conocidos por tener una reserva de "polvo de momia", un extracto macabro hecho de momias molidas saqueadas de Egipto. En tanto, en la Inglaterra del siglo XVII, el rey Carlos II era conocido por disfrutar de un trago de "King's Drops", una bebida reconstituyente hecha de cráneo humano desmenuzado y alcohol.

Se pensaba que estas medicinas caníbales tenían propiedades mágicas. Al consumir los restos de una persona fallecida, el paciente también ingirió parte de su espíritu, lo que lo llevó a una mayor vitalidad y bienestar. El tipo de cura prescrito por lo general correspondía al tipo de dolencia (el cráneo se usaba para las migrañas y la grasa humana para los dolores musculares), pero obtener caldo fresco podría ser un proceso espantoso. En algunos casos, los enfermos incluso asistían a las ejecuciones con la esperanza de obtener una taza barata de la sangre de la persona recién asesinada.

6. Útero errante

Los médicos griegos antiguos creían que el útero de una mujer era una criatura separada con mente propia. Según los escritos de Platón e Hipócrates, cuando una mujer permanecía célibe durante un tiempo prolongado, su útero, descrito como un "animal vivo" ansioso por tener hijos, podía desplazarse y deslizarse libremente por su cuerpo provocando asfixia, convulsiones e histeria. Este curioso diagnóstico perduró de alguna forma en la época de los romanos y los bizantinos, mucho después de que los médicos supieran que el útero se mantenía en su lugar mediante ligamentos.

Para evitar que sus úteros se desvanecieran, se aconsejó a las mujeres ancianas que se casaran jóvenes y dieran a luz tantos hijos como fuera posible. Para un útero que ya se había desprendido, los médicos prescribieron baños terapéuticos, infusiones y masajes físicos para tratar de forzarlo a volver a su posición. Incluso "fumigaban" la cabeza de la paciente con azufre y brea mientras frotaban simultáneamente lociones de olor agradable entre sus muslos, con la lógica de que el útero huiría de los malos olores y volvería al lugar que le corresponde.

7. Cura babilónica de la trepanación 

Para los antiguos babilonios, se pensaba que la mayoría de las enfermedades eran el resultado de fuerzas demoníacas o el castigo de los dioses por fechorías pasadas. Los médicos a menudo tenían más en común con los sacerdotes y exorcistas que con los médicos modernos, y sus curas por lo general implicaban algún componente de magia. Por ejemplo, si un paciente rechina los dientes, el sanador podría sospechar que el fantasma de un familiar fallecido estaba tratando de contactarlo mientras dormía. Según los antiguos textos nigrománticos, el médico recomendaría dormir junto a un cráneo humano durante una semana como forma de exorcizar el espíritu. Para asegurarse de que este tratamiento perturbador funcionara, también se le indicó al rechinador de dientes que besara y lamiera el cráneo siete veces cada noche.

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